29 julio 2008


Antes de todo como una declaración de principios decir que no justifico ningún tipo de violencia, entiéndase con esta física ni psicológica.
Claramente lo de María es para reflexionar, y ponerse en lugar de todos estos pingüinos que son pisoteados una y otra vez y empapados por el guanaco en la tan vanagloriada por las autoridades ¨ tiempos de democracia ¨ Hasta cuando por favor abre los ojitos concertación, no continúen mal administrando al país por favor!!! (Se me viene a la cabeza una canción, parte de la letra, la versión de la Bersuit Vergarabat: Ellos tienen El Poder y Lo Van a Perder…)
Me dio una lata tremenda el día en que emitieron la noticia en tvn, ver en pantalla a la ministra de Educación Mónica Jiménez decir luego de este altercado algo así como que prefería un jarro de agua que ser empapada por el guanaco (sorry pero lo encontré demasiado pesado, hasta burla saca picas ante la comunidad estudiantil que sí que la sufre con ese guanaco de esos tiempos antidemocráticos que tanto critican y que hoy aun siguen utilizando), y luego, al concluir la noticia, broche de oro Amaro Gómez-Pablo diciendo algo como una reflexión sobre que estamos en tiempos de democracia, etc. (el empleado del mes)
Como carajo pueden hablar y hablar de ambos sectores políticos reprochar esta actitud de esta chica, con qué cara teniendo en sus bancadas giles que en más de alguna ocasión han protagonizado altercados de este tipo, como el episodio de Ravinet ó de Moreira, y ellos si que dan asco y vergüenza, no son cualquier cosa, son personajes que representan al país, por favor...
Otros también del acontecer político como alcaldes, solicitando la expulsión de esta muchacha del colegio.
Indudablemente que ella estaba alterada, ofuscada, con ira, vale mencionar que ella protestaba por el trato recibido por sus congéneres en las marchas y por los que están privados de libertad o procesados. Para mí, su actuar obedece a una reacción espontánea que no pudo controlar. Y no es que este apelando a postulados de psicología, Freud, etc. sino simplemente a utilizar un mínimo de cabeza y aplicar un poco de empatía, cuantas veces hemos sido en más de una oportunidad testigos de la rebeldía de reacciones fortuitas de adolescentes y otros, a mí me ha pasado en dos ocasiones con integrantes de mis talleres de teatro, una vez con una chica que no toleró correcciones, etc. y partió, dejando botado el ensayo, y otro chico que lanzó un objeto lleno de ira, y luego volvió lo conversamos y todo. Hay que entender y aceptar que hay seres no pasivos ó que explotan con facilidad, que hay que encauzar de buena forma y no sancionar tan abusivamente.
Tanto cuesta conversar, darles el tiempo de oírlos, a caso ellos nunca ansiaron con fuerza en alguna ocasión ser escuchados por otros? Me parece na que ver la actitud de la Ministra de Educación, no me da buena espina…
Es cierto están medio despelotados, falta más organización, falta más representatividad de líderes, voceros como tal, como fue el caso del 2006 donde entre otros destaco y aplaudo a la gran María Jesús Sanhueza.
Insisto lo de María Música Sepúlveda Cavieres no es meritorio de aplausos y de repetir, pero la expulsión a vuelta de vacaciones de su establecimiento escolar es de una exageración que no me entra en la cabeza, de una incongruencia, acaso la educación no es para todos… después se quejan de que no van al colegio etc.
Eso no hace más que aumentar el liderazgo de María, en vez de sembrar temor (como pareciese ser lo que buscan desde la ministra de educación y los demás) entre los pingüinos para no atreverse a hacer este tipo de acto.
Quizás hasta se convierta en invitada a uno que otro programa de TV recordemos que así sucedió con una pareja de voceros de la marcha de los pingüinos el 2006 en un capítulo de Gigantes con Vivi…
No la conviertan en un personaje mediático al que sobreexplotan, es una adolescente aún, con sentimientos de rebeldía, que puede utilizar y explotar de muy buena manera, hasta puede cargar quizás con una historia familiar media complicada, nosé.
Ellos defienden sus valores escolares de una manera que algunos adultos no comprenden ó no se permiten comprender, sin duda si en algo su madre es un ejemplo es en el hecho de apoyar a su hija en lo que cree en este minuto de su vida. Cuantos escolares desearían ser apoyados y acompañados por sus padres en alguna marcha (muchas veces están las ganas de estos, pero no puede ser así porque pueden ser despedidos de las pegas, sí señor)
Sres. políticos no les vendan pomadas haciéndose los simpáticos, aprovechándose, siendo oportunistas… Ellos son tan apolíticos que llegan a ser idealistas.
María debe seguir teniendo acceso a la educación pública, formándose, aprendiendo, creciendo, tropezando como toda adolescente, creyendo en sus convicciones, que no haga algo porque se lo contaron o solo por creer que una marcha bien gritada es más bacán que la cresta.
Que siga dirigiendo su valentía, la cual como el brillo de sus ojos de adolescente llena de energía quiera el destino que no pierda tan pronto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

H2O
María Música, estudiante chilena de 14 años de edad, lanzó agua al rostro a la Ministra de Educación Mónica Jiménez cuando la Secretaria de Estado había dado unilateralmente por finalizado un "encuentro participativo en educación".
La niña intentó, antes del hecho, buscar explicaciones (de boca de la Ministra) al por qué cuando ella y sus pares y profesores salen a las calles de las ciudades de Chile para demandar una ley de educación que signifique que en el futuro cercano y lejano nuestros compatriotas sean seres humanos y no alienígenas descerebrados, el Estado responda no con argumentos sino con bombas lacrimógenas, aguas urticantes, golpes de palo en las cabezas y patadas de energúmenos contra niños, niñas y maestros de escuela.
La Ministra que presidía el eufemístico "encuentro participativo" no contestó. Sus guardaespaldas suspendieron la cita. Lo de la niña, abrumada por el silencio y la indiferencia a modo de única y bastarda respuesta, es un argumento. Simbólico, pero tremendo argumento. "Era como hablarle a la pared", dijo María Música horas más tarde al explicar su acción.
La Presidenta de Chile destacó el hecho como un "acto antidemocrático". El vocero del Gobierno y otras autoridades describieron el suceso como "magnífica demostración de la incapacidad de diálogo de los estudiantes de Chile". Otras personalidades públicas sugirieron de inmediato la expulsión de la alumna de su escuela, el traslado del caso a tribunales de justicia. La quieren castigar. Uno que otro estará pensando en colgarla del palo mayor o en lanzarla cerro abajo, para escarmiento y ejemplo. Antes abusaron de ella (ha estado cuatro veces detenida y ha quedado registro de sus hematomas en brazos y piernas) como han abusado de sus adolescentes pares con el guanaco, el zorrillo, la luma, el bototo, el silencio, la indiferencia, la sorna… pero, por encima de todo, con la tonta y vana convicción de que por ser chicos son nada y que están solos. Somos todos chicos y estamos todos solos.
Tengo una hija de la misma edad que la estudiante del jarro de agua, y un hijo de quince años. Hay otra de dos años que aún no ha sido bautizada por el lanza aguas. Sería el colmo. El de 15 ha llegado a casa mojado y asustado luego de cada manifestación pingüina. Y al día siguiente parte otra vez. Claro, cada vez que va, en casa quedamos con los dientes apretados. Debe ser porque algunos padres de mi generación tenemos experiencia respecto de lo que se arriesga.
De eso quiero hablar: conocí a la Ministra Jiménez. Sé de lo que estoy hablando.
Mucho antes de que la niña del jarro de agua naciera, en aquel ahora lejano 1986, fui expulsado de la Universidad Católica de Chile por participar activamente en el movimiento estudiantil que se agitaba en busca de democratizar la Universidad y el país. A sólo un semestre de terminar mi carrera, el Consejo de Rectores, por recomendación del por entonces mandamás de la PUC, Juan de Dios Vial Correa, decretó mi alejamiento de las aulas universitarias… las de la PUC y las de cualquier otra universidad del país… para siempre.
Se armó tremendo escándalo pues este "peligro para la convivencia académica" era dirigente de la FEUC, Consejero Estudiantil en el Consejo Superior de la Universidad y Presidente del Centro de Alumnos de su carrera.
Fue entonces que entró al baile la señora Mónica Jiménez, en aquella época Presidenta de la Asociación de Académicos de la PUC y miembro del Consejo Superior de esa casa de estudios, sitio en el que coincidía regularmente conmigo, para su desgracia y la de las demás autoridades pontificias.
Haciendo demostración de su "espíritu democrático y profundas convicciones católicas", propuso al rector solucionar el entuerto mediante el diálogo. Fui citado a la oficina de Vial Correa, donde Mónica Jiménez, nuestra actual Ministra de Educación, me brindó una clase magistral de conceptos democráticos y del significado profundo del arrepentimiento cristiano. Dijo la señora Jiménez que le recordaba enormemente a su padre cuando este tenía mi edad, "igual de vehemente, de apasionado, de arriesgado en la defensa de sus erróneos principios políticos –su padre, me explicó ella, era militante de la ultraderecha de sus días". Luego se extendió en una larga arenga en torno a un único concepto: a la Universidad se va a estudiar, no a hacer política. Para rematar, me hizo la propuesta que había convenido con el rector: que firmara un documento que habían preparado para tales efectos, mediante el cuál me comprometía a renunciar a mis convicciones políticas de izquierda; a renunciar a mis responsabilidades como dirigente estudiantil; a declarar públicamente ante la comunidad universitaria que me había equivocado al suponer que los recintos universitarios eran un campo de batalla más en la lucha contra la dictadura. "Firma este documento", me sugirió, "y de inmediato la sentencia de expulsión quedará sin efecto".
Soborno, incitación a la traición, cohecho, amedrentamiento. Esos son los principios profundamente democráticos que barajaba la señora Jiménez, la misma que hoy se reúne con los estudiantes secundarios y los profesores en jornadas de "encuentros participativos en educación". Aquella tarde de 1986 no encontré en esa oficina ningún jarro de agua a la mano. Sólo pude mirarla con lástima y desprecio, lanzarle una carcajada al rostro y salir de ahí con un portazo, cerrando para siempre cualquier posibilidad de convertirme en un profesional universitario, pero más convencido que nunca de todos aquellos principios de los que la señora Jiménez me intentó hacer abjurar.
María Música, por mí y por todos mis compañeros.

Dauno Tótoro Taulis