30 octubre 2008

La Marta anda de los más inspirada y casera (lo que no quiere decir que mi alma deambulante, de salidas no siga viva, no se confunda por favor!).
Tengo una vez más medio botao el blog, e-mail, msn, facebook, etc. porque ando haciendo como veinte mil cosas. Ud. sabe, el costo beneficio de ser creadora flotante.
Pero mientras le cuento que estoy embarcada en un trabajo visual, una especie de experimento fotográfico que nació la semana anterior, ando gestionando, consiguiendo materiales, coordinando y planificando, en fin...
Es bueno hacer el ejercicio de crear cosas. Hace bien.

Estas fotos pertenecen a la mexicana Flor Garduño, alguien que descubrí muy asombrosamente, me explico años atrás, algo así como el 2001 tuve un sueño, en donde estaba con otras personas, bajo la sombra de un parrón, como aquel de casa de mis abuelos, yo estaba estirada en el suelo de tierra, y de pronto por mi pecho me cubren lagartijas y lagartos que no me causan daño alguno, recorren mi piel sutilmente y no temo.
Desperté, algo confundida, no atinaba a dar con el porqué de ese sueño, y para mi sorpresa días después me topo con esta imagen, en un suplemento de fin de semana de un diario nacional, y era tan próxima a mi sueño. Esas cosas que son difíciles de explicar, pero que lo son. Quizás como aquello de: No Creo En Brujos, Pero Que Los Hay, Los Hay...

La casa de mis padres se está preparando para recibir visitas de fin de largo, mañana me uno al rito, he iré a visitar a mis muertos, a una en especial, a la que le debo tanto, más de lo que podría explicar.
Me atrapan los registros visuales de Flor Garduño, siempre presentando metafóricas atmósferas, no sé de secretos desnudos elocuentes y domésticos.

Ella nos transporta, por lo menos a mí al interior, a la íntima y profunda marginal dimensión, del mundo de su propia casa, de su propio país, de sus raíces. Tradicionalista en sus conceptos, moldea cuerpos y belleza, arropados por un homenaje a las costumbres y añoranzas. Proceso de resultado suspendido, de sabor enemigo, como extraña es la muerte de casa frágil, como extraña es una vida postiza de gritos reprimidos.
Ella me despierta como pocos una cierta poética.