17 junio 2009

SINFONIA AL UNISONO…


¿Qué hace que una canción con sólo un compás te haga sostener la respiración unos segundos, para escucharla, disfrutarla, sentir cómo gozas con la melodía a la que te subes mientras avanza?
¿Qué hace que la ames y la hagas tuya?
¿Los recuerdos?, ¿Algún misterioso efecto endorfínico en el cerebro por un timbre específico?
¿Serán acaso las ganas de querer escribir y tocar algo igual un día?
¿Las ganas de transformar ese sonido en el mejor arte que uno sepa hacer?
¿Algún día quien la hizo, podrá saber que en un lugar que se cae del mapa hay alguien disfrutando tanto su canción?
¿Tanto como el soplo que le llevó una madrugada a saltar de la cama y sentarse a tararear y escribir algo que tardaría meses en ver la luz, para oxidarse en el aire?
¿Tanto como el soplo que le llevó una madrugada a saltar de la cama y sentarse a escribir escenas, ideas sueltas en un papel, en la servilleta que acompañaba al alimento que esta en sus manos?
¿Tanto como el soplo que le llevó una madrugada a saltar de la cama y sentarse a escribir una nueva obra, ó una nueva historia?...

09 junio 2009

ANTES DE EXPLOTAR...


No les he abandonado. Sólo estoy pensando.

¿Qué pienso? Qué viene ahora en adelante.

Pienso en las responsabilidades que tengo marcadas en la mano.

Pienso si éste es el pasajero que he estado esperando o es otro espejismo más.

Pienso si ser punketa o santa. Qué seré más.

Pienso que ese amigo es como una especie de radio de onda corta divina que me habla con mensajes cifrados.

Pienso que me toca. Que es hora de que la vida me dé vueltas con una bofetada de eterna felicidad.

Pienso que para que eso pase, todavía me queda pendiente un viaje. Dos días en la playa, ó acampando, ó en ese lugar que redescubrí cuando era pendeja, solita. Sola, sola, sola.

Pienso que es verdad lo que me dicen los libros divinos que tengo: debo abrir mi conciencia. Oírme Nuevamente, Descubrir de dónde a veces salen y aparecen los temores. Identificar su origen y dispararle caminando hacia el lado contrario. Cerrar los ojos y como siempre confiar en mí. No traicionarme, dejar que el caballo se me desboque, pero esta vez con cuidado, conociendo perfectamente al jinete.

Volver a ser la loca que se tiraba con el paracaídas abierto sin medir consecuencias. Aunque eso sea un peligro público y privado. Como lo fue en el 2008 por ahí.

Creer en otro tipo de poderes.

¿Quizás dejar todo botado y tomarme el primer bus que encuentre?

Quizás, como me lo dijo un sueño despierta tan clarito, reunir a toda la fauna alegre y sabia que alguna vez me abrió las puertas de su vida, por un día, unas horas, y hacer algo con ellos. Decirles al menos que siempre los recuerdo. Que son mi especie de saco como el de la cinta de El Gran Pez que llevo a cuestas, adonde quiera que vaya.

Volver a buscar a mis padres tan sólo para escucharlos y entender nuevamente que ellos ya no entendieron mis reproches de adolescente y adulta-joven. Y… quedarme tranquila con eso.

Hacerles un tour por los recuerdos a mis parientes, hermana, sobrinos. Con la gente que aprecio y considero, gastarme todos mis ahorros en una semana de extrema locura y sensatez sólo con ellos. Y después, quién sabe.

Dormir tres días seguidos sin culpa.

Despercudirme de mis límites.

Empezar mi propia revolución, como un infante, con sus juguetes, con su nueva casa de muñecas que tiene.

Volver a Reencontrarme ó a Reencontrar…

03 junio 2009

NO HABLES


ES TRES AÑOS MAYOR QUE YO,
Y LO HA PROBADO TODO.
A VECES PIENSO QUE ME MIENTE,
PERO YO CELEBRO
SUS HISTORIAS Y LE EXIJO QUE ME REVELE MAS INTIMIDADES.

Bocinas, ruidos, transeúntes, el movimiento de un día cualquiera por la calle.

Pedro, hecho pedazos, conteniéndose,cruza una calle, carga con su casco y su
morral de cuero. Sin percatarse que se aproxima directo hacia él un automóvil.

De repente se oye el frenar de este sobre Pedro. Quien queda estático
frente al parabrisas, congelándose por segundos la imagen…

Se escucha una llamada al celular de Pedro. Quien duerme en la cama de su habitación una siesta.
Lo despierta la llamada. Responde aún somnoliento su celular con un:
Aló, hola…

Desde el otro lado, responde la voz de una mujer: Hola, te llamo… porque… tenía ganas de escuchar tu voz…

Pedro sonríe y dice: Ya, sólo… ¿para eso me estas llamando?

-Ven. Estoy sola en mi departamento-. Se termina la llamada.

Pedro sonríe y mira al techo de su dormitorio.

Me mira y fuma, como si fueran las dos únicas cosas que sabe hacer.

Mientras juego con la correa de mi morral, me doy cuenta que está un poco más flaca, sí, harto más flaca diría yo. Se nota especialmente en la cintura; antes tenía que acercarme mucho más a ella para poder traspasarla con mis brazos. Ahora no.

Le digo: Estas más flaca. Creo que estás comiendo menos de lo normal. O tal vez esas carreras desde la oficina de ese estudio jurídico al juzgado son las que te mantienen tan esbelta.

Entonces, ella me regala sensualmente una bocanada de humo directo a mi rostro y comparte su cigarrillo colocándolo delicadamente en mi boca.
¨Es mi trabajo¨, me dice, ¨ Sorprender a la contraparte con algún documento, algo así como un as bajo la manga en defensa de mi cliente ¨

No la quiero. Está claro.

Se llama Antonia. Es abogada, independiente, autosuficiente. Maneja su propio auto. Es atractiva.

-Voy a ducharme. Espérame. Se pone de pie, pero antes la tomo de su mano y le pregunto: ¿Te estás enamorando de mí?

Ella me mira respondiendo que no, me suelta la mano y se aleja sonriendo.

La conocí en un motocross, un domingo. De noche en la fiesta que se llevó a cabo en aquel lugar. Cuando hubo un corte eléctrico, me encontraba cerca de ella junto a algunos amigos, y me dijo en el instante en que regresa la luz y el dj vuelve a programar la música:

¿Con quien bailas?,
Le respondí algo desorientado: No sé… ¡Contigo!
Nuestras risas nos hicieron cómplices. Bailamos, compartimos de nuestros vasos, nos dijimos nuestros nombres y uno que otro dato del uno y del otro.

De pronto, me pidió un beso, entre tantos otros le susurré algo a su oído, tomamos nuestras chaquetas y llevé conmigo una botella de ron añejo, salimos de ahí, casi escapando de ese sitio.

Me llevó a su auto y nos fuimos rumbo a nuestra propia fiesta.

Manejaba feliz, coloca un cd de Teleradio Donoso, con el tema Amar En El Campo con el volumen al máximo, vi el letrero y supe que íbamos de madrugada a la playa.

Se detiene en el camino, nos tomamos fotografías entre bosques de pinos verdes, mientras iba amaneciendo, realmente se veía preciosa.

En la playa nos grabábamos y nos volvíamos a registrar en una que otra fotografía, que interrumpíamos para dar rienda suelta a nuestras ganas y deseos impulsivos de tocarnos, besarnos, por la química entre ambos en ese momento.

La Antonia me dice que considera-porque ella nunca piensa o cree, sino que considera-que los hombres de hoy somos los peores amantes de la historia. Yo intenté mientras compartíamos esa botella en plena playa, probarle lo contrario, pero ella se largó a reír y me dijo algunos consejos que me dejaron sorprendido.

A veces la Antonia puede ser considerada una verdadera degenerada, pero no lo hace con mala intención. Ese es su carácter, y eso es precisamente lo que me fascina de ella, ese aire grotesco, entre descarado y chocante, eso que siempre me convence cuando digo no.
-¿Estás seguro que no?-, me dice al oído mientras muerde el lóbulo de mi oreja y una de sus manos la siento recorrer con sus uñas mi pecho. Mientras me ataca con susurros que me confiesan algo.

Pedro va en dirección al baño, con sus pies descalzos, se oye caer el agua, mientras oye a Antonia decirle:

¿Pedro?
-Espérame-Estoy duchándome.

Pero no obedece a la petición de Antonia. El retira su polera y con su jeans puesto, la acompaña en su baño. Ambos se miran sin tener que decirse nada, se besan, rozan sus cuerpos, cara, él recorre acariciando con ambas manos la piel de Antonia, toca su espalda, brazos y muslos, y va aplicando jabón a su espalda, hombros, mientras ella se siente cómoda, estimulada, sonriente. Uno de los brazos de Antonia va hacia el hombro mientras su mano despeina el cabello de Pedro, quien besa la parte posterior de su cuello.

Yo creo que está enamorándose de mí. De tanto hablar con alguien, dormir con alguien y confesarle lo inconfesable a ese alguien, uno termina necesitándolo a toda hora.
Es cierto, a mí me ha pasado. No con la Antonia, para nada, pero con otras personas a las que he conocido. Por eso me parecen muy sospechosas esas miradas tan sinceras, como de confianza, o las llamadas telefónicas que interrumpen mi siesta cuya única razón es decir: ¨Tenía ganas de escuchar tu voz¨

-Tenía ganas de escuchar tu voz- Se vuelve a repetir a si mismo.

Es tres años mayor que yo, y lo ha probado todo. A veces pienso que me miente, pero yo celebro sus historias y le exijo que me revele más intimidades. Una vez me dijo que tenía una libreta donde están anotados todos los tipos que han pisado su departamento. Y obviamente ella no los lleva a comer huevos con tocino. Esos sólo me los prepara a mí.

Con la Antonia nos vemos en secreto. No por lo que dirán ni por terceras personas ni por nada. Sólo porque nos gusta tener secretos. Ella y yo. Departamento. Sábanas limpias. Ducha. Un par de cigarrillos Camel que se consumen demasiado pronto.

-Estoy agotada- se tira en la cama y enciende el televisor, un video clip de Jack Johnson roda en la pantalla. Le acaricio y beso su cuello, masajeo su espalda, reconozco su olor, lleva el mismo perfume de aquel día en que la conocí, entonces voy y beso su piel.
Me dice: Es un placer sentir tus manos.

Bebo de mi vaso de whisky un sorbo, sacó un hielo, lo sostengo en la palma de mi mano, y mientras se derrite, veo como se escurre el agua sobre su abdomen.

Luego de segundos gira su cuerpo, con sus manos desordena mi pelo y me dice clavando sus ojos en los míos: Sácate las zapatillas y apaga el televisor.

Las mujeres deberían tener cuidado; a veces los hombres podemos ser unos brutos. Unos imbéciles. Tengan cuidado cuando nos juntamos más de dos. En esos casos, el tema es seguro: Mujeres.

Pedro esta en compañía de amigos, en su casa, comparten algo de beber y fumar. Programan música, uno juega play station, el otro ve en su notebook unos videos de competencias de motocross.

Uno de ellos dice: ¿El otro día te vi carreteando con una mina?

Ah, sí. Estoy saliendo con una fulana, Antonia, pero hueon, me apesta. Onda nada de agarrarme. Yo sólo la quiero por un par de semanas.

¡¿La Antonia?! -continúa Nachy- otro de sus amigos.

¿Tú también te la agarraste? Es una mierda esa mina, créeme, nada de sentimentalismo, perfecta para jugar a los amantes, nada de enamorarla- prosigue Pedro.

De a poco esta escena Pedro ya no la vive más, y ahí se encuentra frente a Antonia en casa de ella.

No más. Se acabó. Pedro: esto se acaba aquí y ahora.

La Antonia me quería, se le notaba, y a veces, durante algunos precisos segundos, yo también la quise a ella, pero por un asunto de compañía, de huevos con tocino y Camel apagados en los platos sucios. Yo quise ser sincero.
Pensé que el Nachy y todo el resto eran unos adultos, gente con criterio. Por eso conté. El Nachy le dijo a no sé qué mina, una tal Milú o Sisi o un nombre de mascota de esa onda. Esta tipa le contó a su mejor amiga, la María Ignacia, y esta mierda le contó a la Antonia que yo le había contado a medio mundo que nosotros éramos amantes y que ella me lo aguantaba todo y que yo me reía de todo lo que hacíamos.

Fuera. Llévate tus cd´s- Le tira con fuerza el morral con sus cd´s-.

Antes de irte… despídete.

Aspiró su Camel con avidez y botó el humo por la nariz. No estaba furiosa, creo. Me besó distinto, con ternura, no como antes, y, en vez de desordenarme el pelo, usó sus largos dedos de uñas rojas hasta que consiguió peinarme.
Entonces sonrió, y yo comprendí que ese sería el último cigarrillo que la vería fumar.

Pedro sale desconcertado, con su casco y morral a cuestas.
Cruza la calle y es sorprendido de golpe por el frenar abrupto de un vehículo, quedando inmóvil frente al parabrisas.

Se entremezclan en la cabeza de Pedro el sonido de bocina con la voz y flashback con la cara de Antonia que le repite:
No más. Se acabó. Pedro: esto se acaba aquí y ahora
Fuera. Llévate tus cd´s. Antes de irte… despídete.
La vuelve a ver aspirando su Camel con avidez y botando el humo por la nariz. Besándolo distinto, con ternura, no como antes, y, en vez de desordenarle el pelo, usa sus largos dedos de uñas rojas hasta que consiguió peinarlo. Entonces ella le sonríe, desvaneciéndose el rostro de Antonia dando paso a la cara de otra mujer.

Poco a poco él vuelve a oír los bocinazos, que consiguen de a poco el reaccionar de Pedro, que oye a la mujer que va al volante reprocharle su acción con un: ¡¿Qué te pasa enfermo?!.

Mientras él derrama una lágrima en su rostro con sudor. Atina a recoger su morral y casco, termina de cruzar la calle, sin haber sido consciente de disculparse ante esta mujer por su exabrupto.

Sube a su moto, colocándose el casco, mientras va por la carretera, vuelve a recordar las palabras de ella que se agolpan una tras otra por su cabeza: No más. Se acabó. Pedro esto se acaba aquí y ahora.
Fuera. Llévate tus cd´s. Que se mezcla con la voz en off de él diciéndose a sí mismo: Se me pasó por la mente decirle que no la quería, pero tuve terror de parecer cursi. ¨Asustas a los hombres¨, debí aconsejarle, aunque eso habría sonado mucho peor. Además, ella se divertía: Nada de príncipes azules ni hombres ideales. Nada de prometer exclusividad. Sólo tipos. Todos iguales y con los mismos derechos.

Pedro llega a casa. Deja el morral tirado en su dormitorio, se saca sus zapatillas y polera, toma una ducha.

Va cayendo el agua por su cara y cuerpo, lo torturan flashbacks donde aparecen los momentos en que junto a Antonia toma una ducha. El retira su polera, quedando solo en jeans, y la acompaña en su baño, ambos se miran sin tener que decirse nada, se besan, rozan sus cuerpos, cara, él recorre con ambas manos la piel de Antonia, y va aplicando jabón a su espalda, hombros, mientras ella se siente cómoda, sonriente y se deja querer. Uno de los brazos de Antonia va hacia el hombro mientras su mano despeina el cabello de Pedro, quien besa la parte posterior de su cuello.

Aparece con la toalla puesta. El televisor y dvd están encendido, la pantalla está en azul, Pedro aprieta play y se lee: Cargando. Luego se oye la risa de Antonia desde la pantalla, él de boxer se termina de arreglar su polera. Una luz tenue le acompaña, aprieta pause. Tirado en su cama alcanza su celular que está dentro del morral de cuero. Lo piensa por segundos y se atreve, marca el número de Antonia dos veces, pero ella no responde.

Observa la imagen congelada de ella en pantalla, se sienta en el suelo y comienza a proyectarse un clip de fotografías y videos de ambos en la playa, en la carretera, en la piscina en casa de Pedro, etc. En compañía de Eras Mi Persona Favorita de Teleradio Donoso.

Se despierta, la pantalla del televisor en azul dice: Disco reanudar desde el principio, se sienta en la cama y apaga el televisor.

Va rumbo a la cocina, le da un beso en la mejilla a Elsa, su nana, ella lo mira con amabilidad. Le sirve el café del desayuno, él comienza a consumirlo de enseguida, tomando la taza no por su oreja, con sus ojos ahora ve que Elsa ha dejado en la mesa para él huevos con tocino.

Su nana que está de espalda picando en una tabla zanahoria, se acompaña de una radioemisora local de la que se oye la voz de un locutor radial presentar una canción de Los Ángeles Negros: Como Quisiera Decirte en versión de Los Tetas.

Pedro se siente traspasado por la letra de la canción, por emociones que han comenzado a aflorar.

Mira por la ventana que da de frente al cuerpo de su nana, que se encuentra aún de espalda, picando en la tabla de carne zanahoria, parte del jardín, de la piscina y va diciendo en off:

La seguí llamando. Pedro va hacia su cama, se arropa con el plumón de esta, en posición fetal, toma el celular y comienza a borrar archivos de imágenes y videos junto a ella.

Continúa diciendo su voz interna: Una semana más tarde, hice algo que antes no habría hecho: Marqué su número de teléfono. Era de noche. Me contestó un tipo. Y colgué no sólo esa vez, sino que durante todas las noches del resto del invierno.

Se escucha Crimen de Gustavo Cerati.