12 enero 2009

ANTES QUE PENSARAN EN QUE YO PODIA EXPLOTAR…


No les he abandonado. Sólo estoy pensando.

¿Qué pienso? Qué viene ahora en adelante.

Pienso en las responsabilidades que tengo marcadas en la mano.

Pienso si éste es el pasajero que he estado esperando o es otro espejismo más.

Pienso si ser punketa o santa. Qué seré más.

Pienso que ese amigo es como una especie de radio de onda corta divina que me habla con mensajes cifrados.

Pienso que me toca. Que es hora de que la vida me dé vueltas con una bofetada de eterna felicidad.

Pienso que para que eso pase, todavía me queda pendiente un viaje. Dos días en la playa, ó acampando, ó en ese lugar que redescubrí cuando era pendeja, solita. Sola, sola, sola.

Pienso que es verdad lo que me dicen los libros divinos que tengo: debo abrir mi conciencia. Oírme Nuevamente, Descubrir de adónde salen los temores. Identificar su origen y dispararle caminando hacia el lado contrario. Cerrar los ojos y confiar en mí. No traicionarme, dejar que el caballo se me desboque, pero esta vez con cuidado, conociendo perfectamente al jinete.

Volver a ser la loca que se tiraba con el paracaídas abierto sin medir consecuencias. Aunque eso sea un peligro público y privado. Como lo fue en el 2008 por ahí.

Creer en otro tipo de poderes.

¿Quizás dejar todo botado y tomarme el primer bus que encuentre?

Quizás, como me lo dijo un sueño tan clarito, reunir a toda la fauna alegre y sabia que alguna vez me abrió las puertas de su vida, por un día, unas horas, y hacer algo con ellos. Decirles al menos que siempre los recuerdo. Que son mi especie de saco como el de la cinta de El Gran Pez que llevo a cuestas, adonde quiera que vaya.

Volver a buscar a mis padres tan sólo para escucharlos y entender nuevamente que ellos ya no entendieron mis reproches. Y quedarme tranquila con eso.

Hacerles un tour por los recuerdos a mis primas, hermana, sobrinos. Con la gente que aprecio y considero, gastarme todos mis ahorros en una semana de extrema locura y sensatez sólo con ellos. Y después, quién sabe.

Dormir tres días seguidos sin culpa.

Despercudirme de mis límites.

Empezar mi propia revolución, como un infante, con sus juguetes, con su nueva casa de muñecas que tiene.

Volver a Reencontrarme…

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